viernes 18 de julio de 2025 - Edición Nº2417

Artes marciales | 24 jun 2025

Boxeo

Oscar Bonifacino, el primer boxeador profesional gay de Sudamérica: “Peleo para que nadie más tenga que esconderse”

El sábado pasado, en el casino de Buenos Aires, Oscar Bonifacino venció a Matías Yanguas en su segunda pelea como profesional. Pero para el joven nacido en Maldonado, Uruguay, el resultado fue apenas una parte de algo mucho más grande: subió al ring con los colores de la bandera LGBT en su indumentaria y se presentó al mundo con orgullo como el primer boxeador profesional abiertamente gay de Sudamérica.


Oscar tiene 21 años y una historia de vida tan dura como inspiradora. Creció en una familia numerosa, con diez hermanos, en un entorno atravesado por el maltrato, la discriminación y el abandono. “No tuve una buena infancia. Desde chico sufrí violencia física de parte de mi papá. Me discriminaban y absorbía todo lo malo”, recuerda. En su adolescencia tuvo contacto con las drogas y ambientes violentos, e incluso recibió un disparo en el pie. “Hace cinco años pensé en quitarme la vida”, escribió tiempo después en sus redes, como un intento de tenderle la mano a otros que atraviesen situaciones similares.

El deporte fue, en principio, una vía de escape. Probó con el fútbol, pero la agresividad que lo rodeaba también lo acompañaba en la cancha. Todo cambió cuando conoció a Jaqueline Rodríguez, quien lo acogió como una madre y le sugirió entrenar boxeo para canalizar su bronca. Aunque al principio fue reticente, pisó un gimnasio... y nunca más salió. “Ella me salvó la vida”, reconoce.

En ese nuevo camino apareció Elizabeth Cabrera, entrenadora y boxeadora profesional. Fue quien lo formó como púgil y también quien percibió que Oscar cargaba con algo que le impedía soltarse del todo arriba del ring. “Yo ya lo sabía, solo faltaba que él pudiera decirlo. El día que me contó que era gay, cambió por completo: empezó a brillar”, relató Cabrera. Desde entonces, Oscar sintió que se liberó: “Me saqué un peso enorme. Era eso lo que no me dejaba avanzar”.

En febrero de este año, debutó como boxeador profesional. Fue entonces cuando decidió mostrarse con la bandera arcoíris, como un símbolo de orgullo y pertenencia. “Tenía miedo a lo que diría la sociedad, a mi familia, al entorno. Pero fue lo mejor que pude hacer. Hoy peleo por todos los que no pueden hablar”, sostuvo. En un ambiente como el boxeo, históricamente machista, encontró una inesperada red de apoyo: “Mis compañeros, entrenadores y amigos me bancaron más de lo que imaginé. Nadie me juzgó”.

Hoy, Oscar vive en Montevideo, dejó su trabajo en la construcción y forma parte del equipo del reconocido promotor Sampson Lewkowicz. Su sueño es claro: “Quiero ser el primer uruguayo campeón del mundo. Hasta ahora solo lo lograron mujeres. Y también quiero ser el primero en hacerlo siendo gay, rompiendo todas las barreras posibles”.

Fuente: TN

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