sábado 27 de julio de 2024 - Edición Nº2061

Otros | 7 sep 2023

Floresta Rugby Club, una institución deportiva que busca desesperadamente hace 18 años un digno lugar para entrenar

La historia del Floresta Rugby Club se nutre, únicamente, de valores intachables. Con el paso de los años, el rasgo social tapó el plano deportivo, puesto que lanzar una pelota es, en cierta medida, una excusa para unir a las clases sociales. Pero lamentablemente la institución hace 18 años que busca un lugar digno para entrenar. Su presidente, Javier Roberto, conversó con Rugido Sagrado para profundizar sobre esta situación que retumba en Capital Federal.


El 3 de Septiembre del 2005, un ex rugbier tomó la decisión de fundar un atípico equipo de rugby. Por entonces, no mucha gente se acercaba al predio Luz y Fuerza en Floresta, pero la bola se corrió y el club comenzó a echar raíces con personas que la pelean en el día a día. El aspecto social que construyeron sus integrantes (jugadores y dirigentes) durante años es admirable, forjando un perfil humano y siendo salvavidas para mucha gente.

En el 2023, las distintas categorías tienen motivaciones deportivas, puesto que participan de campeonatos competitivos y atractivos. Pero desde hace 18 años que entrenan en un terreno baldío, demasiado al límite de la inseguridad y sin las condiciones básicas. En diálogo con Rugido Sagrado, el presidente Javier Roberto entra en detalle: “Antes de la pandemia entrenábamos dentro del polideportivo de Parque Avellaneda, pero cuando comenzó, nos retiraron por cuestiones de salud y, pasado un tiempo, nos negaron el ingreso. A pesar de eso, comenzamos a utilizar un terreno baldío en muy mal estado a pocos metros de dicho lugar, debajo de la autopista Perito Moreno, donde estamos actualmente”.

“No tenemos luces ni baños, cuando llueve se hace imposible entrenar, nos roban todo el tiempo y la policía está ausente. Es más, muchos de los padres dejaron de traer a sus hijos por estas cuestiones. Estamos pasando una grave situación. Tenemos alrededor de 70 jugadores, cuando antes teníamos 120”, se lamenta el mandamás de la institución de Capital Federal.  

El club tiene tres categorías: infantiles, juveniles y plantel superior. Todas ellas compiten en la modalidad Desarrollo del torneo de la URBA, la prestigiosa e histórica institución que nuclea a los mejores equipos de rugby del país. “Nuestros chicos entrenan debajo de la autopista y juegan en el predio Namuncurá de Aldo Bonzi, partido de La Matanza, un lugar que alquilamos. Hace 18 años que buscamos nuestra cancha propia, y por una cosa u otra, no lo podemos concretar”, explica el dirigente.

Sobre la posibilidad de conseguir un predio, Javier, conocido en el ambiente como el “Alacrán”, informa: “Hubo problemas entre el Gobierno de la Ciudad y las comisiones anteriores. Hoy por hoy, cambió la comisión y estamos en tratativas.  Fui a hablar hace unos 10 días y me prometieron que me iban a llamar y me iban a dar una mano. Estamos esperando que eso suceda, pero cada vez se nos complica más. Lo único que pedimos es un lugar digno, con baños, en condiciones para que se pueda entrenar y vaya la familia. En Capital Federal hay muchos predios completamente abandonados, y no nos quieren dar ninguno”.

En Floresta Rugby Club crecen los sueños de decenas de chicos, que llegan de todas partes de Capital Federal y alrededores; muchos de ellos provienen de asentamientos. El rol de los clubes de barrio es fundamental para el entramado social, pero los obstáculos aparecen todo el tiempo en este país. “Tengo la esperanza de que nos van a dar una mano antes de que termine el año, y mínimamente nos van a dejar entrar de nuevo en el polideportivo. Ahí estábamos mucho mejor porque no nos robaban y estábamos llenos de padres que venían a ver a sus hijos”, vislumbra Javier.

El club está afiliado a la Federacion de Entidades Sociales y Clubes de Barrio Unidos desde hace un tiempo, y gracias a los dirigentes de ésta, el panorama es alentador: “Pablo Gerez, su presidente, es un ángel que cayó en Floresta. La ayuda que nos dio y nos sigue dando, con todos los problemas que tiene, es algo en lo que le voy a estar agradecido de por vida. No hay día que no estemos hablando y que le agradezca el haber llegado acá. En todo nos ayudó. Siempre que lo llamo, me atiende y está predispuesto en darme una solución. Si no fuera por él, creo que hubiésemos desaparecido”, concluyó.

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