Maximiliano Villa, el atleta que aprendió a correr más rápido que sus heridas

“Me sorprende un montón representar a Argentina, porque actualmente soy el más chico de la delegación en mayores, y en cinco años ya pude ir a dos mundiales. Pero también sé que es por la voluntad que le pongo. Esto es el sacrificio de todos los días, y por suerte se me pudo dar”, sostiene.

Su participación en los Juegos Paralímpicos de Paris 2024 todavía lo emociona. “Hasta antes de competir no fui consciente de lo que había logrado. Tengo compañeros que han compartido viaje conmigo y no han llegado. Y yo, con tan poco tiempo y siendo menor, estuve en un Juego. Para mí fue un montón”.

En su proceso, su entrenador Adrián Bottaro fue una pieza clave. “Siempre está para apoyarme y darme consejos, incluso fuera de lo deportivo. Porque también el atleta tiene que formar un vínculo con el entrenador para contarle sus problemas personales. A veces uno no está rindiendo porque está pensando en sus problemas”, reconoce.

La mente también entrena

La exigencia de alto rendimiento lo llevó a buscar apoyo profesional. Entre quienes lo sostienen, su hermana ocupa un lugar especial. “Ella es mi inspiración. Hoy, si estoy logrando todo, es por ella”, afirma. Antes de viajar al Mundial de India atravesó una situación muy difícil que lo llevó a pensar seriamente en abandonar. “Llegué a decir: ‘Dejo todo’. Pero después recapacité y pensé: ‘Si voy, es por mi hermana’. Quería que supiera que también podía salir adelante de lo que ella estaba sufriendo. Que me vea como referente me pone muy contento”.

Por otra parte, su adolescencia no fue sencilla. En el secundario vivió situaciones de acoso que lo marcaron profundamente. “Que no se rindan, eso le diría a alguien que la está pasando mal”, asegura.

Aunque muchos podrían suponer que el bullying fue por su discapacidad, él aclara: “Sufrí bastante, pero no por mi discapacidad. Fue porque mi ex mejor amigo decía que mis padres eran drogadictos, nada que ver. Se formó una pelea y casi todo el colegio me dejó de hablar. La gente con la que yo hablaba se alejó”.

Ese episodio lo hundió: “Fueron dos semanas feísimas, que no quería salir ni siquiera a la puerta de mi casa. Pensaba: ‘¿Para qué voy a seguir estando en esta vida si me van a seguir haciendo bullying?’. Por suerte salí de ese estado gracias a mi psicóloga y al deporte. Ahí fui haciendo amigos que me fueron dando consejos”.

La vida por delante

Maximiliano Villa todavía tiene mucho por correr, por crecer y por contar. En sus piernas lleva la potencia del atleta; en su historia, la resiliencia de quien decide no dejar que las heridas lo definan. Y en su voz, la voluntad de acompañar a otros que atraviesan lo mismo que él superó.