Social | 19 nov 2025
Victorias vacías, derrotas profundas: el costo emocional de un sistema violento
La violencia en el deporte continúa creciendo como un problema que atraviesa categorías, disciplinas y edades, y que se expresa tanto en ámbitos profesionales como en ligas formativas. Lejos de ser hechos aislados, los episodios recientes en distintas provincias revelan una tendencia sostenida que preocupa cada vez más a especialistas y trabajadores del deporte.
Frente a esta realidad, la magíster en Psicología Deportiva Isabel Galleguillo señaló que la situación exige un abordaje profundo y multidisciplinario. “Hay muchos antecedentes de violencia en el deporte, como en el básquet, futsal, fútbol”, advirtió, recordando que también aparecen casos alarmantes en categorías juveniles. Entre ellos mencionó el episodio en Buenos Aires donde un padre atacó a otro en un partido femenino sub-16 y le incrustó una llave en la cabeza, un ejemplo extremo de hasta dónde puede escalar la falta de contención.
Para Galleguillo, las intervenciones aisladas no alcanzan para frenar este fenómeno que describe como sistémico. “De nada sirve la intervención aislada; es fundamental realizar intervenciones multifactoriales”, aseguró. En ese sentido, remarcó que toda medida debe involucrar a los diversos actores del entorno deportivo: organizaciones, familias, hinchadas, jóvenes y cuerpos técnicos. “Deben estar abarcados todos para que las acciones sirvan verdaderamente”, agregó.
Según la especialista, la violencia dentro del deporte es un reflejo directo de la sociedad y se potencia en instancias de alta carga emocional, como la definición de resultados. “La escala de violencia es cada vez más llamativa. No está siendo contenida. Deben tomarse acciones integrales que sean conscientes, trabajadas, reiterativas y habladas”, expresó.
Galleguillo también llamó la atención sobre la naturalización de conductas violentas, muchas veces celebradas bajo la excusa del “folklore deportivo”. Señaló que quienes participan del entorno —incluidos padres y espectadores— deben asumir responsabilidad por lo que permiten y reproducen. “Todos somos actores y la responsabilidad es de todos. Debemos mirar hacia adentro y preguntarnos cuánto naturalizamos, cuánto permitimos la burla, el chiste, el oponente como enemigo”, reflexionó. Para la psicóloga, esta cultura de la competencia extrema distorsiona la esencia lúdica y de recreación que debería tener el deporte.
Como caminos posibles, la especialista propuso diseñar programas de prevención sostenidos en el tiempo, implementar protocolos de violencia y sanciones en los clubes y analizar los episodios para trabajar sobre el trasfondo de cada situación, no solo sobre el castigo. También subrayó la importancia de involucrar a las familias y reforzar herramientas formativas orientadas a valores. Además, consideró clave articular con organismos especializados y generar espacios permanentes de capacitación para enfrentar un problema que ya excede los límites del campo de juego.
Fuente: Canal 13 San Juan
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