martes 18 de noviembre de 2025 - Edición Nº2540

Discapacidad | 7 nov 2025

Atletismo

El rosarino que convirtió la pérdida de la visión en un camino de superación

La vida deportiva de Norberto Catalano comenzó a construirse en la madurez, después de atravesar un proceso de transformación profundo. Hoy, con 76 años, su casa exhibe medallas que resumen más de dos décadas de competencias. Durante años corrió maratones de 21 kilómetros y actualmente continúa participando en pruebas de 15. También incursionó en el ciclismo y en 2023 completó el Desafío Río Pinto, en Córdoba, con una destacada ubicación. Su recorrido deportivo es el resultado de una historia de adaptación y superación.


Catalano perdió la visión a los casi 50 años a raíz de una enfermedad degenerativa. En aquel momento desempeñaba un cargo jerárquico en una empresa y creyó que debía abandonar su actividad laboral. Sin embargo, decidió continuar estudiando y encontró en el atletismo un espacio para reconstruir su autonomía. De ese modo inició un camino que lo llevó a involucrarse en el desarrollo del deporte adaptado en Rosario y a presidir durante casi dos décadas la Asociación Rosarina de Deportes para Ciegos.

Sus primeros acercamientos a la actividad física adaptada se dieron en la Escuela Braille de Rosario, donde asistió para aprender el sistema de lectura táctil y el uso del bastón. Allí observó la ausencia de espacios deportivos para personas ciegas y comenzó a promover actividades recreativas en un pequeño gimnasio. Las caminatas iniciales derivaron en entrenamientos que lo llevaron a su primera participación oficial en el Campeonato Nacional de Atletismo para Ciegos en Santa Rosa, La Pampa.

A partir de entonces, Catalano amplió su participación a diferentes disciplinas. En Rosario impulsó la formación de los primeros equipos de fútbol para ciegos y gestionó la creación de la primera cancha específica del país para esta actividad, ubicada en el Parque Independencia. También promovió propuestas comunitarias como el Paseo a Ciegas, que permite a personas con diversas discapacidades utilizar bicicletas tándem acompañadas por familiares o voluntarios.

En paralelo, organizó competencias inclusivas que integraron a personas ciegas y videntes en un mismo circuito deportivo, implementando señalizaciones y mecanismos para garantizar la circulación segura de todos los corredores. Estas acciones contribuyeron al desarrollo de políticas locales orientadas a la accesibilidad, que luego fueron replicadas en otras ciudades del país.

Antes de dedicarse por completo al fomento del deporte adaptado, Catalano se había recibido de contador en la Universidad Nacional de La Plata, fue docente universitario, formó una familia y trabajó en el sector privado. Su trayectoria estuvo marcada por la capacidad de reorganizar su vida después de la pérdida de la visión, transformando esa experiencia en un motor para construir espacios colectivos. Con el tiempo, llevó su mensaje a ámbitos públicos y mediáticos, consolidando un rol central en la promoción de la actividad física inclusiva.

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