
Fitness | 5 oct 2025
Running
Una carrera de fe: la historia de Viviana Zabalo y su travesía espiritual
Viviana Zabalo, integrante de Catta Triatlón, decidió recorrer corriendo los 61 kilómetros de la peregrinación a Luján, transformando un tradicional camino de fe en una experiencia física y espiritual que la reconectó con Dios y con sus seres queridos.
Cada año, miles de fieles de distintas edades y provincias de Argentina se movilizan desde Liniers hasta la Basílica de Luján, en una de las peregrinaciones más emblemáticas del país. Aunque la distancia oficial ronda los 61 kilómetros, cada paso se adapta a las necesidades y fuerzas de quienes participan. Los puntos de parada obligatoria, como Morón, Merlo, La Reja y General Rodríguez, permiten a los peregrinos hidratarse, alimentarse y descansar antes de continuar. Algunos optan por detenerse en Moreno, mientras que otros reciben apoyo de voluntarios de Scouts o micros que los acompañan durante el trayecto.
Este año, Viviana Zabalo, integrante del equipo Catta Triatlón, decidió que su peregrinación no sería caminando, sino corriendo. “La necesidad fue espiritual en principio. La motivación primera fue mi necesidad. Soy católica practicante, siempre fui de parroquia, de grupos, y hacía casi 20 años que no participaba”, relató en diálogo con Rugido Sagrado, recordando un año difícil en lo personal, marcado por la pérdida de su madre y de una persona muy querida.
A pesar de los desafíos físicos, Viviana contó que su entrenador, Pablo Cattaruzzi, la apoyó desde el primer momento: “No me animaba a hacerla, pero él me acompañó”. La corredora explicó que durante la peregrinación, además del esfuerzo físico, encontraba un espacio para la reflexión y la conexión espiritual: “Pensando un poquito cuando corro, siempre en algún momento de la carrera me surge rezar, por la gente que quiero, por sus intenciones, por sus deseos, por sus necesidades”.
El recorrido no estuvo exento de dificultades. “El calor lo sufrí un montón, porque no había agua que alcanzara honestamente”, reconoció. Sin embargo, la experiencia resultó enriquecedora y transformadora: “Una carrera es como una peregrinación, donde uno pasa por un montón de estados, donde uno se encuentra con personas, y en mi caso me encontré con gente que hacía mucho que no veía. La llegada siempre se siente como un abrazo de la Virgen que te está esperando después de todo ese peregrinaje, después de lo que cuesta, porque no dejan de ser un montón de kilómetros”.


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