Las victorias pasan pero los valores que Rubén Magnano compartió siguen brillando en cada cancha

La apertura estuvo a cargo del presidente de la ASB, Gabriel Darrás, y del dirigente Daniel Dorfman, quienes dieron paso a la esperada exposición. Durante más de 90 minutos, Magnano compartió reflexiones sobre liderazgo, valores, sentido de pertenencia y el rol de los clubes en la formación deportiva y social.

“El club en Argentina es una bendición. Es un valor agregado enorme. Ojalá haya miles de Luna de Avellaneda”, expresó el cordobés, en alusión a la película de Juan José Campanella. “El argentino tiene en el ADN el club”, agregó, destacando el papel central de estas instituciones en la construcción de identidad.

Magnano también subrayó que el sentido de pertenencia en la Selección Nacional fue fruto de un trabajo colectivo: “Eso ha sido una construcción de valores del día a día. ¿Quién acompañó, corrigió, ayudó y apoyó? Todos. Las actitudes arrastran, los hechos arrastran. Nuestro ambiente de trabajo aprende por impregnación de las actitudes de quienes conviven con nosotros: entrenadores, dirigentes, compañeros, padres. Así vamos tejiendo, punto por punto, como un escarpín”.

En otro tramo de su disertación, recordó su etapa como asistente técnico de la Selección: “Yo llamo a esos años mis ‘tiempos de trinchera’, desde el Preolímpico de Portland en 1992 hasta el 2000, cuando me dieron el testimonio. Fueron ocho años de aprendizaje permanente”.

Finalmente, dejó una reflexión personal: “Siempre fui extremadamente cauto en mis momentos de prosperidad. Y si un día tuviera que empezar de nuevo, elegiría la capacidad de disfrute”.

Fuente: El Litoral