Entre luces, aplausos y emoción: mi noche en la inauguración de los Juegos Panamericanos Junior 2025

El escenario estaba impecable, como si el estadio se hubiera vestido de gala para recibir a más de 4.000 jóvenes atletas de todo el continente. La combinación de tradición y modernidad fue hipnótica: la danza paraguaya, con su calidez y elegancia, se mezcló con un despliegue tecnológico impresionante, incluido un show de drones que dibujaron figuras en el cielo nocturno. Sentí cómo la identidad latinoamericana se tejía en cada detalle, en cada nota musical y en cada gesto de hospitalidad.

A las 19:15 exactas, los presentes de Argentina nos pusimos de pie para recibir a la delegación. La entrada de Ulises Saravia, junto a Juana Castellaro, como abanderados, hizo vibrar al estadio. Desde mi lugar, pude ver cómo los aplausos bajaban en oleadas desde cada sector, envolviendo a los atletas en un calor humano difícil de describir. Fue uno de esos instantes en los que uno entiende que el deporte es mucho más que competencia: es identidad, orgullo y pertenencia.

Los actos protocolares continuaron con solemnidad: el Himno de Panam Sports resonó con fuerza, seguido del juramento de los atletas y del recorrido de la Llama Panamericana. El momento cumbre llegó cuando Fabrizio Zanotti encendió el pebetero, provocando una explosión de aplausos y gritos. Antes de ese instante mágico, el presidente Santiago Peña había declarado formalmente inaugurados los Juegos, y el ministro de Deportes, César Ramírez, pronunció un discurso que desde las gradas se sintió como un abrazo a toda América.

También estuvo presente Neven Ilic, presidente de Panam Sports, quien destacó la calidad del espectáculo y el entusiasmo de los presentes. Desde donde yo estaba, pude ver su expresión genuinamente impresionada mientras aplaudía junto al público.

Salí del estadio con el corazón latiendo rápido, con la certeza de haber presenciado algo único. No fueron solo luces y música: fue el inicio de un capítulo histórico para el deporte juvenil continental, y yo tuve la fortuna de estar ahí, viviendo cada aplauso, cada color y cada segundo de esta gran fiesta.

-Escrito por Alan Mineo, director de Rugido Sagrado, desde Paraguay-