
Triatlón | 1 ago 2025
Triatlón sin fronteras: el contraste de competir en Latinoamérica y Estados Unidos
El triatleta uruguayo Marcelo Rago, radicado en Nueva Jersey, compartió su visión en diálogo con Rugido Sagrado sobre cómo se vive el deporte en América Latina y Estados Unidos. Tras participar del Ironman de Lake Placid, no olvida las sensaciones únicas que solo encontró al competir en el sur del continente.
Desde hace años, Marcelo Rago reside en Nueva Jersey, Estados Unidos, donde entrena y compite. Su experiencia en circuitos internacionales le permitió identificar una diferencia clara entre cómo se vive el triatlón en Estados Unidos y en América Latina. Lo resume con una palabra: calidez.
“Vengo de correr el IronMan en Lake Placid, Nueva York, y ya estoy recuperándome, con la cabeza puesta en el Mundial Ironman 70.3 de Marbella (España) que se viene en noviembre”, contó Marcelo, aún con la adrenalina fresca de su última carrera. Sin embargo, fue enfático al señalar que las competencias no se viven igual en todos los rincones del mundo.
Según el triatleta uruguayo (que defiende también los colores del grupo HighFive Triathlón Racing), en Estados Unidos los circuitos son exigentes: ya sea por la temperatura, la altimetría o alguna característica particular. Sin embargo, lo que más le llamó la atención fue la actitud del deportista promedio. “Acá tenés de todo, hay mucha gente a la que no le cuesta económicamente competir y lo hacen de forma muy relajada. Algunos llegan a la línea de largada sin objetivos claros, incluso con sobrepeso”, relató con sinceridad.
En cambio, cuando le tocó correr en América Latina, la experiencia fue completamente distinta. “En Punta del Este sentí otra cosa. La gente estaba muy preparada, enfocada, no iban a ver si pasaban la etapa de natación… Iban con seriedad, con un nivel competitivo altísimo. Fue un gran aprendizaje para mí, porque vi que las cosas se hacían con más detalle, con mucha dedicación”. Lo mismo vivió en Colombia: “En Cartagena también noté esa presión competitiva. La gente no va a pasear. Hay otra seriedad, otro clima previo a la carrera. Se vive diferente”.
Las diferencias no son solo deportivas, también culturales. En Estados Unidos, asegura, la experiencia termina en la meta. “Acá no existen los famosos terceros tiempos. No hay una juntada después, no se comparte una comida, una charla. Todo es más frío, más cerrado. Cada uno con su familia, su habitación de hotel y listo. No hay fiesta”, explicó. En cambio, en Latinoamérica el triatlón parece tener un componente más humano, más social. “En el sur sentís que fuiste parte de algo más que una carrera. Hay comunidad, hay contacto, hay historias compartidas”, expresó.
Tal fue el impacto de esas vivencias que Marcelo tomó una decisión: empezó a trabajar con profesionales argentinos en materia de nutrición y entrenamiento. “Sentí que podía mejorar conectándome con la preparación que se hace allá. Hay otro compromiso con el alto rendimiento. Y ahí conocí a Carina Lasalle, mi nutricionista y Pablo Cattaruzzi, mi actual entrenador, a la distancia. Realiza un trabajo muy personalizado, se nota la profesionalidad en cada una de sus clases y rutinas, y cada vez que necesito algo, él está”, afirmó.
Hoy, mientras entrena para su próximo gran desafío en Marbella, Rago reivindica la pasión con la que se vive el triatlón en Latinoamérica, donde el calor no solo se mide en grados, sino también en compromiso y compañerismo.


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