
Artes marciales | 17 jul 2025
Choi Kwang Do
El arte de enseñar a resistir: lecciones desde una escuela de artes marciales
Miguel Delaney no solo enseña puños y patadas. Desde su escuela de Choi Kwang Do en Caseros, lidera una formación que trasciende lo físico y busca crear una comunidad fuerte, disciplinada y emocionalmente preparada. Con 150 alumnos, entre niños, adolescentes y adultos, la defensa personal se convierte en la excusa para enseñar valores y construir confianza, y de todo eso habló en Rugido Sagrado Radio (FM 105.1).
En un contexto social atravesado por la inseguridad, la ansiedad y las tensiones diarias, muchos padres buscan para sus hijos no solo una actividad extracurricular, sino un espacio donde puedan sentirse seguros, contenidos y fortalecidos. En ese cruce de necesidades aparece el trabajo de Miguel Delaney, instructor en jefe y fundador de la escuela de Choi Kwang Do de Caseros.
Con más de 150 alumnos activos y una amplia trayectoria en la enseñanza de artes marciales, Delaney propone una mirada integral sobre la defensa personal. Según cuenta, muchos padres llegan con una preocupación puntual: cómo preparar a sus hijos para posibles situaciones de peligro. Pero lo que encuentran en su escuela va mucho más allá. “Lo primero que buscan los padres cuando me acercan a sus hijos es la defensa personal, por las situaciones que vivimos actualmente en el país o en la sociedad en general. Pero también buscan salud, entrenamiento, sentirse cómodos y parte de un equipo. En mi escuela lo logran conciliando todo eso, y terminamos siendo como una familia”, explica.
El Choi Kwang Do es una disciplina de origen coreano que se destaca por su enfoque en el bienestar físico, emocional y mental. A diferencia de otras artes marciales más competitivas, aquí el acento está puesto en el desarrollo personal y la práctica como forma de vida. En ese sentido, Delaney resalta que enseñar a defenderse implica mucho más que técnicas de puño y patada. “Si bien tenemos un programa con técnicas específicas, también trabajamos con agarres, resoluciones de conflictos y sobre todo con lo emocional; esa es una de las principales herramientas Y siempre en conjunto con los padres, porque no conozco la historia personal de cada chico. Por eso es clave que entiendan en qué momento pueden utilizar lo que aprenden, y cuándo no”.
El dojo —nombre tradicional para el espacio de práctica— no se transforma solo en un lugar de entrenamiento, sino en una comunidad. Allí se fortalecen los vínculos, se desarrollan valores como el respeto, la perseverancia y el autocontrol, y se brinda contención a quienes muchas veces llegan buscando más que un arte marcial. “Cualquier disciplina o deporte de contacto genera una transformación en el cuerpo. Uno se acostumbra a recibir y a dar golpes. Pero eso también puede convertirte en un arma si no sabés cuándo frenar. Por eso enseño que esto debe usarse solo como último recurso. Me gusta mucho una frase que lo resume: ‘Prefiero ser un soldado en un jardín que un jardín en una guerra’”, deslizó.
En su escuela, además, se dictan talleres especiales de defensa frente a armas blancas, palos o incluso armas de fuego, siempre en un marco responsable y educativo. Pero más allá del componente físico, Delaney pone el foco en el entrenamiento mental: “Enseño a no bajar la guardia nunca. A seguir adelante aunque los golpes sean duros. La constancia, la perseverancia y el espíritu inquebrantable forman parte del camino del arte marcial”.


Choi Kwang Do
El arte de enseñar a resistir: lecciones desde una escuela de artes marciales

Copa America 2025
La ruta celeste comenzó de la mejor manera

Un salvavidas para el deporte tucumano: José Cano presentó un ambicioso plan de becas

Entre peones y montañas crece un proyecto que inspira en Tucumán
