Cuando jugar termina en tragedia: las muertes que el fútbol de veteranos no quiere ver

El episodio se suma al fallecimiento ocurrido hace apenas dos semanas en la cancha de La Manga, durante un partido de la categoría Senior 55. Dos muertes en tan poco tiempo, en un mismo contexto, no pueden ni deben ser leídas como hechos aislados. Son síntomas de un problema estructural, de un vacío que se arrastra hace años y que nadie parece querer enfrentar del todo: la falta de controles médicos en los torneos de fútbol de veteranos.

⚠️ ¿Quién se hace cargo?

En un país donde el fútbol se respira como parte del ADN cultural, los torneos de veteranos ocupan un lugar clave en la vida de miles de personas. Le dan continuidad a la pasión, construyen comunidad, generan identidad. Pero también esconden una peligrosa falta de regulación. En muchos de estos torneos no se exige ningún tipo de apto físico actualizado, ni hay ambulancias garantizadas, ni protocolos claros ante emergencias. Y cuando el cuerpo, envejecido, entrenado a medias o exigido de más, pasa factura, las consecuencias pueden ser fatales.

No alcanza con que haya "buenas intenciones". Jugar al fútbol con más de 50, 60 o 70 años no debería ser una ruleta rusa.

? Es hora de reglas claras

La solución no es suspender torneos ni infundir miedo. La solución es organizar con responsabilidad: exigir certificados médicos obligatorios y actualizados, contar con cobertura de emergencia en cada partido, capacitar a quienes organizan y garantizar que el deporte recreativo también sea seguro.

El Estado, las asociaciones, las ligas, los organizadores particulares: todos deben asumir un rol activo en esta discusión. Y, por qué no, también las familias y los propios jugadores, que muchas veces minimizan señales de alerta o postergan estudios médicos por desinformación o falta de acceso.

?️ No puede haber otra muerte más

No se trata solo de estadísticas. Detrás de cada muerte hay una familia que no volvió a ver a su ser querido después de "un partido más". El fútbol de veteranos merece más respeto. No alcanza con rendir homenaje después del hecho: es momento de prevenir, cuidar y repensar cómo queremos que sea este espacio de juego y encuentro.

Porque ningún gol vale una vida.