viernes 18 de julio de 2025 - Edición Nº2417

Discapacidad | 12 jun 2025

Natacion

No necesitó ver el mar para conquistarlo: la historia de Melanie Barratt, la nadadora ciega que cruzó el Canal de la Mancha

Cuando Melanie Barratt tocó la costa francesa de Cap Gris-Nez, después de 12 horas y 21 minutos de nado ininterrumpido, no solo había completado una de las travesías más exigentes del mundo: había vencido una vez más al prejuicio, a la adversidad y a los límites físicos.


Nacida con toxoplasmosis congénita, Melanie es ciega del ojo izquierdo y tiene una visión muy reducida en el derecho. Sin embargo, a los 49 años, madre de dos hijos y con un pasado glorioso como nadadora paralímpica, decidió conquistar un nuevo territorio: el Canal de la Mancha.

Un sueño imposible... hasta que fue posible

El deseo de cruzar el canal no fue un impulso súbito. Fue el resultado de años de experiencia, pasión y adaptación. Barratt siempre fue una entusiasta del deporte: nadadora de élite, ganó dos oros, dos platas y un bronce en los Juegos Paralímpicos de Atlanta y Sídney. Más tarde, se animó al triatlón, donde comenzó a nadar en aguas abiertas. Allí, lejos del carril predecible de una piscina, descubrió otra forma de libertad, aunque también nuevos desafíos.

Al principio, nadaba unida a un guía por una cuerda. Pero esa modalidad pronto se volvió frustrante: el guía no siempre podía seguir su ritmo, y mantener la sincronía le resultaba incómodo. Fue entonces cuando decidió lanzarse sola al agua, aunque con ayuda técnica.

La clave: una radio que la conectó con su libertad

La solución surgió casi por casualidad. Su esposo, Richard, intentó guiarla desde un kayak, pero no podía comunicarse con ella de forma clara mientras nadaba. Entonces, Melanie investigó y encontró un sistema que cambiaría su vida: una radio conectada a auriculares de conducción ósea, ocultos bajo el gorro. Por primera vez, un guía podía hablarle en tiempo real: avisarle sobre obstáculos, zonas de avituallamiento, bancos de medusas… incluso darle aliento cuando lo necesitaba.

Prepararse para lo extremo

El cruce del Canal de la Mancha no es una travesía menor: 34 kilómetros en aguas frías, cambiantes y exigentes. Para lograrlo, Melanie se entrenó con rigor casi militar: nadaba hasta siete horas al día, se sumergía en un barril con agua helada en su casa para aumentar su tolerancia al frío, y recorría más de 290 km desde su hogar para entrenar en el mar. Todo este esfuerzo finalmente fue validado: en agosto de 2024, recibió la autorización oficial para intentar la travesía.

Una conquista personal que abre caminos

Durante el cruce, el cuerpo comenzó a pasar factura. A mitad de camino, sufrió náuseas y un agotamiento que casi la obliga a abandonar. Pero los mensajes de aliento de familiares y amigos, transmitidos por su guía a través de la radio, la mantuvieron a flote —literal y emocionalmente—. “Un sueño que creía imposible. Espero que esto le muestre a otras personas ciegas o con discapacidad que lo que parece imposible puede estar a nuestro alcance”, dijo Barratt al tocar tierra firme.

Melanie Barratt no solo cruzó el Canal de la Mancha. Derribó barreras invisibles, demostró que la tecnología puede ser una aliada en la inclusión, y dejó en claro que, con ingenio, perseverancia y preparación, los límites se redefinen.

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