
Hockey | 12 may 2025
Luciana Moya: del sur mendocino a las canchas de Estados Unidos, una vida atravesada por el hockey
Luciana Moya nació en Malargüe, Mendoza, y a los seis años descubrió lo que sería su gran pasión: el hockey. Aunque no fue en su ciudad natal donde comenzó este amor por el deporte, sino en la Patagonia, a donde se mudó con su familia. Allí, una amiga la invitó a un entrenamiento y, desde entonces, el stick y la bocha marcaron su camino. “Ahí arrancó la pasión y el amor por el deporte”, recuerda con emoción desde Estados Unidos, donde actualmente vive y juega.
Años más tarde, Luciana volvió a Malargüe y comenzó a representar al sur mendocino en diversos torneos. Aunque también pasó por patín, natación y danzas, el hockey fue lo que realmente la conquistó. "Mis papás notaron cuánto me gustaba, me compraron mi primer palo y empezamos a viajar cada fin de semana a los partidos. Había que armar el mate, los sandwichitos, levantarse temprano y salir a jugar”, relata. Su entusiasmo era tal que jugó en todas las posiciones, incluso de arquera, enfrentándose con chicas mayores cuando apenas tenía diez años.
Durante la adolescencia, compaginar estudios y deporte no fue fácil. Vivía en Malargüe, pero entrenaba en San Rafael, por lo que viajaba varias veces a la semana solo para practicar. “Mi mamá me retiraba del colegio antes del mediodía, almorzaba y tomaba el colectivo a las 15. Volvía a las 21 y llegaba a casa cerca de las 23. Al otro día tenía clases. Esa rutina duró un año”, cuenta. A pesar del esfuerzo, logró formar parte de seleccionados provinciales y del equipo argentino de hockey social.
Hoy, con 22 años, Luciana vive en Estados Unidos, donde trabaja como tripulante de cabina y sigue vinculada al deporte que marcó su vida. Aunque no emigró con la intención de competir, el hockey la encontró una vez más. Juega para dos equipos en Atlanta: uno recreativo y otro competitivo, que representa a Georgia en torneos nacionales. “Jamás imaginé jugar para un equipo en otro país, es una experiencia emocionante”, confiesa. Viaja regularmente a ciudades como Nashville, Filadelfia y Nueva Jersey, y su equipo recientemente clasificó a una competencia nacional televisada.
“Aunque ya no sueño con ser una Leona, el hockey sigue siendo mi refugio. Hoy lo vivo desde otro lugar, con más disfrute que exigencia, y eso también es cumplir un sueño que nunca me imaginé”, concluye Luciana, con la convicción de que su presente es fruto del esfuerzo sembrado desde la infancia.
Fuente: Sitio Andino


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