
Hockey | 4 may 2025
Una arquera con un solo brazo llevó a Ferro a la elite del hockey metropolitano
Agustina Converset perdió el antebrazo izquierdo a los seis meses de vida. Con esfuerzo, talento y una prótesis especialmente diseñada, se convirtió en figura del equipo que ascendió a Primera en el torneo de la AHBA. También estudia abogacía y trabaja en un juzgado.
En la cancha de hockey de Ferro Carril Oeste, la actividad no da tregua. Jugadoras de distintas categorías entrenan divididas entre ejercicios físicos, jugadas colectivas y prácticas de córner corto. En medio de esa rutina intensa, hay una figura que acapara las miradas, especialmente de las más chicas: Agustina Converset, la arquera que fue clave en el histórico ascenso del club a la Primera A del torneo metropolitano. Lo notable no es solo su rendimiento, sino que lo logra con una prótesis en lugar del antebrazo izquierdo, amputado cuando tenía apenas seis meses.
“Pepa”, como la llaman en el club, asumió este año el enorme desafío de reemplazar a Charo Urrutia, la histórica arquera del equipo. "Era un peso muy grande, porque ella era una arquera buenísima y yo sentía que tenía que estar a la altura. Y al final, todo fue increíble, una locura", contó Converset a Clarín. Su temple no sorprendió a quienes la conocen: es el mismo que la llevó a atajar desde chica, incluso cuando aún no usaba prótesis y debía cubrir todo el arco con un solo brazo.
Converset nació con una brida amniótica que interrumpió la circulación de su brazo izquierdo durante la gestación, lo que derivó en la amputación del antebrazo. Creció acostumbrada a vivir de esa manera y, gracias al acompañamiento de su familia y su entorno, nunca sintió que su discapacidad fuera un impedimento. “Nunca me hicieron sentir diferente. Me costaban algunas cosas, como andar en bici o atarme los cordones, pero con el tiempo lo aprendí”, recordó.
Su historia deportiva comenzó en el colegio, donde probó muchos deportes hasta que el hockey la atrapó. Primero como jugadora de campo y luego como arquera, posición que adoptó casi por casualidad en un torneo intercolegial. Desde ahí no se bajó más del arco. Más tarde se sumó a Ferro y, durante algunos años, atajó sin manopla ni protección en su brazo izquierdo. Con el tiempo y al pasar a competir en un nivel más alto en Arquitectura, entendió que necesitaba una prótesis para rendir mejor.
Encontrar la prótesis adecuada fue un proceso largo. "Necesitaba que no fuera muy pesada y que tuviera el largo justo para llegar a las bochas", explicó. Tras recorrer varios consultorios con su madre, dieron con un diseño funcional, que le permitió agarrar la manopla y ganar estabilidad. El proceso de adaptación fue desafiante. "Me costó un montón, no me respondía el brazo. Pero fue entrenar y entrenar hasta que logré usarla bien", reconoció.
Hoy, Agustina asegura que dejó de ver su brazo como una desventaja. "Me obligó a desarrollar otras habilidades, como la fuerza de piernas y el uso del palo, que se volvieron virtudes", explicó. El hockey no solo le dio herramientas técnicas, también la ayudó a construir su confianza. “Cuando era chica, perder una bocha del lado izquierdo me hacía pensar ‘es porque me falta un brazo’. Después entendí que eso también le pasa a arqueras con dos brazos. Así fui ganando seguridad”.
Su impacto va más allá de lo deportivo. Aunque aún le cuesta dimensionarlo, es una referente para otras chicas. “Cuando Delfina Merino me vino a felicitar después de un partido, no lo podía creer. Esas cosas, o las nenas que me piden una foto, me hacen tomar conciencia del mensaje que puedo transmitir”, dijo. Y mientras se consolida como una figura del hockey metropolitano, también avanza en su carrera de abogada. Trabaja en un juzgado, estudia en la UBA y entrena todos los días.
Fuente: Clarín


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