
Otros | 4 may 2025
Basquet
El general que forjó héroes: Popovich, Ginóbili y la era que cambió el básquet
Después de casi tres décadas al frente de los San Antonio Spurs, Gregg Popovich, el entrenador que construyó una dinastía a fuerza de visión, carácter y paciencia, decidió dejar el banco de suplentes. A los 76 años, anunció que se aparta de su rol como entrenador principal, aunque continuará vinculado a la franquicia como presidente. Así se cierra una era que no solo redefinió la cultura de los Spurs, sino también la forma de entender el básquet moderno.
“Mi amor y pasión por el juego siguen intactos, pero es momento de dar un paso al costado”, expresó Popovich en un comunicado. Pero su huella, claro, no se borra: cinco títulos de la NBA, 1.422 victorias en temporada regular (récord histórico), tres premios al Entrenador del Año, una medalla de oro olímpica y, sobre todo, un legado de liderazgo humano y deportivo que trasciende las estadísticas.
Entre los héroes que forjó este general del básquet, uno brilla con luz propia: Manu Ginóbili. El argentino fue su jugador más impredecible y posiblemente el más querido. Popovich no solo lo dirigió; lo entendió, lo respetó y le dio el margen para desatar su magia dentro de un sistema milimétrico. Juntos escribieron algunas de las páginas más emocionantes del deporte: con Manu como símbolo de creatividad y sacrificio, y Pop como el estratega que supo cuándo ceder el control para dejar que ocurriera lo extraordinario.
La relación entre ambos trasciende lo profesional. Popovich abrazó el estilo libre de Ginóbili y, en él, encontró una pieza clave para moldear una filosofía: la de un equipo sin estrellas ruidosas pero lleno de héroes silenciosos. San Antonio, durante su era dorada, se convirtió en el laboratorio de una nueva ética del juego: compromiso colectivo, generosidad y excelencia sostenida.
Su despedida del banco no fue como él la hubiese deseado. En noviembre de 2024, un derrame cerebral lo obligó a apartarse. Solo dirigió cinco partidos esta temporada. La recuperación fue lenta, privada y sin declaraciones públicas hasta marzo. Aunque quiso regresar, su salud impuso un límite ineludible.
Hoy Popovich deja el banco, pero no el juego. Su influencia vive en quienes lo acompañaron, como Ginóbili, ahora miembro del Salón de la Fama, que lo definió como “el mejor entrenador de todos los tiempos y una mejor persona aún”. Su era fue más que una racha de campeonatos: fue una revolución silenciosa que demostró que se puede ganar sin traicionar principios.


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