
Artes marciales | 1 may 2025
Boxeo
Cuando el talento necesita migrar para crecer
La decisión de preparar a Nazarena “Capricho” Romero en Los Ángeles para defender su título mundial supergallo no es solo una jugada deportiva. Es una señal, contundente y reveladora, de las limitaciones estructurales que arrastra el boxeo femenino argentino. Para llegar a la cima, ya no basta con el talento. Hace falta infraestructura, planificación y una inversión que aquí, muchas veces, escasea.
Romero no viajó a Estados Unidos por capricho —aunque su apodo lo sugiera—, sino porque en Argentina no hay condiciones que le permitan evolucionar como lo exige el boxeo de élite. La falta de sparrings diversos, el escaso acceso a entrenadores de primer nivel y la precariedad de los recursos con los que lidian incluso las campeonas mundiales, obligan a mirar hacia afuera. ¿Es justo que una atleta con semejante proyección tenga que dejar su tierra para desarrollarse plenamente? No. ¿Es necesario? Absolutamente.
En Los Ángeles, la campeona entrena con Manny Robles, uno de los técnicos más respetados del circuito, y con Matías Erbin, un preparador físico argentino con experiencia internacional. Pero no se trata solo de nombres: allí Nazarena tiene rivales de sparring de todo estilo, ritmo y nivel, lo que le permite pulir su boxeo sin caer en la comodidad de los combates previsibles. Entrenar en Estados Unidos, en este caso, no es un lujo: es una necesidad estratégica.
Que la promotora esté dispuesta a invertir en ese salto cualitativo es un dato no menor. En una industria donde las mujeres aún cobran menos y luchan por espacios en las carteleras, apostar por una figura como Romero representa también un desafío económico. Pero es justamente esa inversión —inteligente, ambiciosa, cuidada— la que puede consolidar a “Capricho” como una estrella global.
Romero, además, hace su parte. Se aleja de sus hijas, de su casa, de su país, para entrenar a fondo en un ambiente de máxima exigencia. Y lo hace porque entiende que para brillar en el primer mundo del boxeo hay que ir donde el boxeo es una industria seria. El sacrificio personal es inmenso, pero está acompañado por un equipo que supo leer lo que hacía falta: tranquilidad en lo familiar, excelencia en lo deportivo, visión en lo profesional.
El caso de Romero desnuda una verdad incómoda: el deporte argentino produce talentos que muchas veces deben irse para poder crecer. Y mientras eso ocurra, la pregunta seguirá en pie: ¿cuándo vamos a construir en casa lo necesario para que nuestras campeonas puedan prepararse como tales, sin tener que cruzar fronteras?


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