
Social | 22 abr 2025
Club Atlético Papa Francisco: un refugio de esperanza en Villa Soldati
En el corazón de Villa Soldati, al sur de la Ciudad de Buenos Aires, un club deportivo se ha convertido en mucho más que un espacio para hacer deporte: es un verdadero refugio para niñas, niños y adolescentes que enfrentan la crudeza del abandono, la soledad y los peligros de la calle. Se trata del Club Atlético Papa Francisco, una iniciativa nacida en plena pandemia que hoy representa un faro de contención, cuidado y fe.
“Ni en la calle ni en la esquina, mejor en el club”. Ese es el lema que guía al proyecto impulsado por el párroco Damián Reynoso, fundador y alma del club, quien en diálogo con TN recordó cómo todo comenzó: “Nació cuando apenas pudimos salir un poquito de la pandemia. Vimos muchos chicos dando vueltas por el barrio, sin lugar, sin rumbo. Y entendimos que había que hacer algo”.
Un espacio de inclusión frente a la exclusión
En un contexto donde ser niño o joven implica muchos desafíos, el Club Papa Francisco abre sus puertas a chicos desde los cuatro años para practicar fútbol, hockey, patín y boxeo. Pero el verdadero objetivo va más allá del deporte: prevenir la violencia, el consumo de drogas y el abandono. “En el barrio, ser niño o joven es difícil. Nosotros intentamos llegar un poquito antes”, dice Reynoso.
La mayoría de los chicos que asisten provienen de entornos muy vulnerables. “Algunos tienen a sus padres atravesados por el consumo, y en general andan bastante solitos”, cuenta el párroco. “Cuando salimos a jugar, no siempre hay padres que nos acompañen. Nuestros chicos son como los últimos. Esa soledad es la que el club intenta abrazar”, agregó.
Amarillos y negros, los colores de la esperanza
Con los colores amarillo y negro como insignia, el club tiene su sede principal en la Parroquia San Francisco de Asís, y una segunda sede con canchas de once jugadores. Pero el día a día no es fácil: los recursos son escasos y el esfuerzo, constante. “Hacemos rifas, vendemos pollos, y a veces seguimos con la pelota rota. No queda otra”, admite Damián.
A diferencia de otros clubes más estructurados o con cuotas, aquí lo importante es que todos puedan participar, sin importar el resultado. “Una vez nos metieron 14 goles y volvimos felices. Jugaron los 23 chicos que tenía. ¡Imaginate! Pero se fueron con una sonrisa. Eso vale más que cualquier trofeo”, recuerda emocionado.
El aliento que llegó desde el Vaticano
Aunque el Papa Francisco nunca visitó el club, su cercanía espiritual ha sido constante. En una oportunidad, recibió una camiseta del club, la firmó y la devolvió como gesto de apoyo. “La tenemos enmarcada junto a una foto. Esa firma nos da fuerza para seguir”, cuenta Damián con orgullo.
Un legado que trasciende
En su despedida al Papa recientemente fallecido, el párroco dejó palabras cargadas de emoción: “Ese amigo que ahora está en el cielo va a seguir apostando por los chicos, por los jóvenes, especialmente los más descartados. Ese es el camino: con los más pobres. Iglesia pobre para todos, pero con ellos. Y seguir así, recibiendo esa vida que llega cada día con muchos problemas, pero que es vida en abundancia y que Jesús nos mandó a cuidar”.
Fuente: TN


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