lunes 19 de mayo de 2025 - Edición Nº2357

Social | 16 abr 2025

Futbol

Las Dragonas de Lavapiés, un ejemplo para replicar en la Argentina

En un país donde más de la mitad de la infancia vive en situación de pobreza y la desigualdad estructural condiciona el acceso a derechos básicos, pensar alternativas de prevención del delito se vuelve una necesidad urgente. En este contexto, el fútbol —una de las pasiones más extendidas del país— aparece como una herramienta tan potente como subestimada. ¿Y si el potrero, más que una postal nostálgica, fuera un escenario posible para transformar realidades? Un modelo inspirador llega desde el corazón de Madrid. Fundado en 2014, el club Los Dragones de Lavapiés encarna una forma distinta de entender el fútbol: no como espectáculo, sino como herramienta de inclusión, contención y organización comunitaria. En especial, su rama femenina —Las Dragonas— ha demostrado que jugar también puede ser una forma de resistir.


Claves del modelo

  • Acceso gratuito: eliminan barreras económicas como la inscripción, el transporte o el uniforme, permitiendo que niños, niñas y adolescentes en situación de vulnerabilidad puedan participar.

  • Espacio seguro y diverso: integran equipos mixtos, queer y femeninos, rompiendo con la lógica excluyente del fútbol tradicional.

  • Empoderamiento femenino: Las Dragonas nacieron cuando las propias madres del barrio comenzaron a jugar. Hoy, las niñas tienen sus propios equipos y compiten en igualdad de condiciones.

  • Compromiso comunitario: el club también funciona como banco de alimentos y centro cultural. Su sede, una antigua corrala, es ahora un espacio de encuentro y cuidado.

Fútbol como estrategia criminológica

Desde la criminología comunitaria y feminista, el caso de Las Dragonas ratifica una convicción profunda: la prevención del delito no empieza con la vigilancia, sino con la pertenencia. El fútbol, en este sentido, se transforma en un espacio de desistance, donde mujeres y niñas se reconocen como sujetas activas, construyen redes de apoyo y se alejan del aislamiento.

No se trata solo de recreación. En cada entrenamiento se desarma un estereotipo. En cada partido se disputa un nuevo sentido de justicia. Jugar se convierte en una forma de resistencia simbólica, un acto político que fortalece la autoestima, combate el abandono y promueve la inclusión.

¿Y en Argentina?

La Argentina es tierra de potrero. Jugar al fútbol no necesita más que una pelota, un par de zapatillas y algo de espacio. En un contexto de creciente pobreza infantil, el fútbol sigue siendo uno de los pocos derechos que se ejercen en libertad. Por eso, replicar modelos como el de Los Dragones de Lavapiés no requiere inversiones millonarias, sino voluntad política, organización territorial y una mirada interdisciplinaria.

Claves para adaptar el modelo en nuestro país:

  • Crear clubes barriales con acceso gratuito en zonas vulnerables.

  • Promover el fútbol femenino y disidente como política pública.

  • Usar espacios deportivos como centros comunitarios.

  • Involucrar a educadores, trabajadores sociales y criminólogos en los proyectos.

Los Dragones de Lavapiés son la prueba de que el fútbol puede unir, contener y prevenir sin patrullas ni rejas. Su mayor logro no está en los trofeos, sino en las historias: niñas que ganan autoestima, madres que conquistan espacios y migrantes que encuentran una familia. Porque jugar, en estos tiempos, también es resistir. Y resistir, muchas veces, es el primer paso para transformar.

Fuente: Memo.com.ar

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